Hace más de 30 años que Carlos García y Charo Labena empezaron a trabajar con las abejas, casi como una afición, sin saber el universo que llegarían a construir en torno a estas incansables productoras.
Con el tiempo, la profesionalización que habían alcanzado vinculada a un importante trabajo en educación, llevaron a su hija Ángela García a tomar el relevo generacional y asumir todas las tareas de este proyecto, con la misma mirada basada en la calidad y la sostenibilidad, para ofrecer productos de la máxima pureza.